La Escuela que da confianza
Una encuesta que mide la Confianza Social publicada recientemente por Ibope considera que los argentinos tienen más confianza en las personas (80%) que en las instituciones (47%). Dentro de estas últimas, la escuela es la mejor posicionada (63%).
Si analizamos el tema en profundidad nos encontramos con que lo que subyace es, además, una discusión acerca de los espacios privados y los públicos, donde si bien ampliamente los encuestados consideran más valiosos los primeros, no desconocen que algunas instituciones siguen siendo un espacio privilegiado de contención social y comunitaria.
La escuela pública, aún en su concepción Sarmientiniana de la ley 1.420 (Sarmiento consideraba que todos los niños sin excepción debían concurrir a la escuela) ha sido un espacio de creación cultural pero también se constituyó como socializante e inclusiva, especialmente para los sectores más humildes, que se han sentido reconocidos en las estructuras escolares de las que antes eran expulsados. Hoy, las escuelas siguen manteniendo los principios rectores que establecieron, entre otras cosas, el guardapolvo blanco como sinónimo de igualdad.
La institución – señala René Kaës – es el conjunto de las formas y las estructuras sociales instituidas por la ley y la costumbre, regula nuestras relaciones, nos preexiste y se impone a nosotros: se inscribe en la permanencia. Cada institución tiene una finalidad que la identifica y la distingue”
La función que viene cumpliendo la escuela a través de los años, que es preexistente y permanente, se inscribe en cada uno de los sujetos de una manera indeleble, no solo por el vínculo que establecemos como alumnos y como padres o abuelos de alumnos, sino también, por lo que Blejer considera como “Sociabilidad Sincrética”. Según esta teoría, el vínculo no es solo relacional sino también de sociabilidad, donde compartimos, muchas veces de manera inconsciente, pautas culturales y comunitarias que nos dan la seguridad de pertenecer a un grupo determinado. En esta definición, la escuela pública, aún con sus crisis, sigue dando pertenencia a un sector importante de la población.
Parte de la confianza hacia la escuela deriva de que no es solo un espacio de transmisión científica, sino también, un lugar de contención comunitaria. Hoy, la escuela tiene nuevos mandato que proviene tanto del Estado, que la sobrecarga de actividades extracurriculares, como de la sociedad y que está íntimamente vinculado con la contención social. En este sentido, las instituciones se transforman en comedores comunitarios, lugares de alojamientos para inundados o personas que han sufrido alguna catástrofe, lugares de votación, y eventualmente espacios de reuniones barriales.
Silvia Duschatzky en su libro: “La escuela como frontera”. Considera que la escuela es el espacio de integración, más allá del cual, muchos chicos quedan sin posibilidades de articular acciones con cualquier otra red de instituciones.
Estos aspectos de “política social”, son resistidos por aquellos sectores educativos que consideran que la escuela debe tener como objetivo el desempeño pedagógico y que parte del deterioro en la educación pública deriva de la transferencia de funciones que han tenido los docentes en estos últimos años.
Por otra parte señalan, que una de las consecuencias de este proceso es el descenso en los resultados de los aprendizajes de los alumnos que hizo que nuestro país bajara al 6º lugar en el ranking de evaluación de países latinoamericanos realizado por la UNESCO.
En este contexto, la confianza de la escuela pública no solo se inscribe en sus aspectos pedagógicos sino también en los de política social. Para algunos sectores sociales, la escuela es el lugar del aprendizaje por el cual se alcanza el tan mentado “Ascenso Social”, mientras que para otros, es el espacio de contención comunitaria que permite al menos acceder a un plato de comida, donde los aspectos curriculares pasan a un segundo plano.
Adriana Puiggros considera que desde la hiperinflación las escuelas han disminuido la deserción escolar debido a que las mismas se han transformado en comedores comunitarios donde miles de niños sobreviven al hambre, al menos en parte. “En la Argentina – señala Puiggros – la institución del Estado que se hizo cargo de las consecuencias sociales de la crisis y los planes de ajuste económico fue la escuela pública”
A pesar de lo que la escuela representa para los distintos sectores sociales la mayoría siente que es un lugar cercano, alejado de los vicios de la corrupción, donde el docente es una persona tangible, accesible, que padece y sufre las mismas vicisitudes que cualquiera de nosotros. Por otra parte, generalmente la escuela aparece como aséptica de la contaminación del Estado y la política, y no en pocas ocasiones, hasta enfrentando a ese Estado que no paga sueldos justos y que deja deteriorar los edificios educativos.
La escuela de la confianza a la que hace referencia esta encuesta es, desde este punto de análisis, mucho más que la escuela que instruye en contenidos, es además, la escuela que contiene, que alimenta, que aloja, que vacuna y que da la esperanza, aún a los sectores más empobrecidos, de buscar un futuro posible de ser vivido por todos.